26 de junio de 2010

El descenso seduce…


Huí de todo sonido, mirada, movimiento...
No quedaba luz para alumbrar los pasos que daba hacía lo desconocido, solo mi sombra acompañaba el poco trecho que mis ojos alcanzaban a vislumbrar. No sabía a donde me dirigía, solo bajaba. Tan solo el eco de mis pies al continuar andando se oía en la oscuridad. No me detuve ¿para qué? El descenso seduce, no engaña: saber el final es imposible, y tampoco hace promesas vanas. Quizá por eso seduzca… no te deja perderte en terrenos de esperanza hueca y yerma, que esconde hostilidad en cada esquina,solo te mantiene en un vacío lleno de aparente calma.

La vida parece más simple cuando la miro a través de sus ojos.



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