4 de julio de 2010


Un jarro de agua fría calló de golpe sobre mí. Nada, nada. No quedaba ni rastro de todo aquello. ¿Qué había ocurrido, se había marchado sin más? Eso parecía, el tiempo de aparente y presente felicidad se evaporaba sin remedio. Me esperaban horas, miles de minutos, millones de segundos para rellenar de vacío. Y esto era solo una primicia de lo que estaba al caer. Parece que al esperar algo con demasiadas ganas, sorprende ingratamente, y nunca es como habías imaginado.

Para que mentirnos, nunca se me dio bien estar sola…

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