3 de mayo de 2010



Alzaré los muros de nuevo. Esta vez tan altos que su fin no se pueda vislumbrar. Apuntalaré la puerta, para que ya después de mi nadie más pueda entrar. Mantendré la soledad de la noche, mil días sin dudar. Y al llegar el último descasaré en paz. Rodearé de agua el lugar. Colocaré en el centro un laberinto de rosas con espinas más finas que una aguja, y en su centro me quedaré a esperar.
Esperar que alguien cruce a nado el lago, derribe los cimientos de mi cárcel, se pinche al caminar entre las rosas, y yo le tenga que curar. Esperaré a que seas tú quien me venga a buscar, aunque esperaré en vano sin siquiera saber la verdad .


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